20 oct 2014

CONSEJILLOS PARA PERDER CONCURSOS IV

IDEA Nº 4. 
ESCRIBE Y PARTICIPA AUNQUE TE QUEDEN ESCASOS MINUTOS PARA LLEGAR AL PLAZO DE ENTREGA.
(fracaso con estilo)
¿Quién fue la primera persona que dijo aquello de Nos vamos antes de que nos pille el toro? La verdad es que no tengo ni la menor idea, pero una posibilidad podría consistir en que fuera concursante de certámenes literarios.
Durante los meses de verano David Moreno Sanz promovió y coordinó un concurso de microrrelatos en su blog Microseñales de humo, con motivo de la publicación de su libro, titulado de la misma manera.
Por allí participamos más de cuarenta blogueros, microrrelatistas e incluso escritores.
Uno de los requisitos era la mención a los nativos de Norteamérica, es decir, los sioux, apaches, navajos y demás grupos de tribus indias de aquellas tierras.
Mis señales de humo olían a chamusquina, vamos, que  estaba perdido, pero al menos gané en ser el más procrastinador, porque llegué a rozar por escasos minutos el límite horario del concurso (las 23:59 horas del 4 de septiembre de 2014) En mi caso creo que se colgó el microrrelato a las 23:56 horas de esa jornada. Así que tuve el honor de cerrar la participación, por los pelos, en esta ocasión de Jerónimo, microrrelato que se puede leer en su enlace original, e incluso aquí mismo:



JERÓNIMO

Nadie en la residencia ha querido trasladarse aquí, ni siquiera los recién llegados. Mejor para mí. Prefiero estar solo en esta habitación que compartirla con otro que no sea Jero.

Nos sorprendió que tuviera más de noventa años, cuando ingresó aquí tras recorrer en soledad los cinco kilómetros que nos separan de la ciudad, calzado con unos mocasines de tela y sin apenas equipaje.

Varios compañeros le llamaban “el indio” y él sonreía. Incluso les corregía contando que provenía de una tribu cercana a México por herencia del abuelo y otros antepasados. El sobrenombre en comanche no lo recuerdo, pero sí que significaba algo así como Halcón Niebla. A mí no me importaban esas historias porque nunca me gustaron las películas de vaqueros, pero cada vez que Jerónimo hablaba, todos los presentes atendíamos igual que si escuchásemos una voz sabia y cálida como la de nuestros padres.

Y así estuvimos hasta el último día, oyendo desde el suelo cómo crecían los árboles y otros arbustos del jardín. Palpando los rayos de sol que se filtraban por las ventanas. Saboreando el rocío dulce de las rosas en el otoño. También nos enseñó a usar nuestros cuerpos viejos como arcos, tensos o flexibles según la situación.

Y así hasta el día en que partió, mientras volaba un halcón por el cielo, apenas visible entre un espeso manto de niebla.

Después de todos estos meses debería echarlo de menos, pero es imposible porque su presencia vibra todavía entre las paredes de esta habitación.
Pablo Vázquez Pérez

P.D.: En la próxima entrada añadiré los microrrelatos que consideré y voté en mi caso, ya que los participantes fuimos los propios encargados de elegir a los vencedores del concurso Microseñales de humo.