Los cuatro viajeros se acababan
de conocer en el bar y comieron juntos a la mesa. Al inglés le gustaba el
amontillado. La rusa saboreaba el manzanilla mientras mascaba aceitunas. El
camerunés reía al cuarto trago de jerez. Y el canadiense les invitó a otra
ronda, con su moscatel incluído.
No entendían todo lo que decían,
pero disfrutaban entre gestos y palabras que les sonaban graciosas y
universales.
Las manchas de vino sobre el
mantel dibujaban una bandera multicolor, de marcas ámbar, caoba y burdeos, de aros
que se combinaban formando franjas oscuras, al caer la tarde.
Museo del Ferrocarril (Madrid) |
Pablo Vázquez Pérez
Ya está colgado en la web de la Manchonería en el concurso de los sentidos (del gusto en este caso) aquí.
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