El comandante de la Guardia Suiza nunca
llegó a cruzar el umbral, sólo pudo alcanzarlo arrastrándose gracias a su
conocimiento absoluto de la
Santa Sede. El efecto de la droga que había sido inoculada en
la sagrada forma, fue fulminante al repartir la comunión. Así, dominado por las
alucinaciones, disparó a los otros guardias. Después de matarlos, el comandante
llamó al Papa, agazapado y mudo tras el tiroteo.
Los efectos del alucinógeno se
extendían por la mente del oficial, ya incapaz de reconocer al tigre blanco y
fiero que huía sigilosamente hacia la ventana. Entonces, al grito de
advertencia vio cómo el felino se transformaba en un dragón, una amenaza
evidente para el Santo Padre que había jurado proteger con su propia vida. El
comandante empuñó de nuevo la pistola apuntando al monstruo que trataba de
escapar volando. No sabía si le quedarían suficientes balas.
Microrrelato colgado en este
enlace junto con cientos más, para el concurso de microrrelatos del
certamen Getafe Negro del año 2011. La frase propuesta para comenzar
fue:
El comandante de la Guardia Suiza nunca
llegó a cruzar el umbral.
Enlace para leer los microrrelatos presentados: